PATRIMONIO
Riqueza patrimonial, arquitectónica y artística
Entre las casas en las que viven los habitantes de Villalcázar de Sirga destacan algunas construcciones que forman parte de la riqueza patrimonial, arquitectónica y artística de esta villa de Tierra de Campos, y que la han convertido en un punto turístico de interés.
En su mayoría se trata de construcciones religiosas que han marcado el devenir de su historia y son testigos de lo que allí acontece desde hace siglos, pero también existen otras edificaciones civiles que se han transformado con el paso de los años para acoger nuevos usos.
Las iglesias y la ermita conforman un legado destacable y reconocido al que hay añadir otros espacios como la que fue la residencia de los Condes de Villasirga, el humilladero o los palomares que jalonan los campos de cultivo y que son un ejemplo claro de arquitectura popular.
Hablar de Villalcázar de Sirga es hablar de su iglesia de Santa María la Blanca. Colosal, imponente, Monumento Nacional desde 1919, este templo se erige en pleno corazón de la localidad. Construida entre los siglos XII y XIII por mandato de la Orden del Temple, es uno de los puntos más destacados del Camino de Santiago Francés, que desvió su ruta original para pasar ante esta maravilla de la arquitectura religiosa, con trazas románicas, pero, sobre todo, de estilo gótico
La visión exterior deja claro su tamaño, llamativo para un pueblo pequeño. Destaca sobre manera su portada meridional, con el gran rosetón y el acceso cubierto por un pórtico. Es la más bella de todas las entradas al templo. La puerta está flanqueada por seis arquivoltas decoradas con 51 esculturas del siglo XIII que representan diferentes personajes religiosos, como ángeles y santos. Sobre ella hay dos frisos. El inferior está dedicado a la Virgen Blanca y decorado con figuras que hacen referencia a la Anunciación y la Adoración de los Reyes Magos. En el superior se puede ver el Pantocrátor, acompañado de los evangelistas y los apóstoles.
Junto a esta entrada principal, se encuentra la puerta de acceso a la capilla de Santiago, edificada en el siglo XIV y de características similares. También presenta arquivoltas decoradas, pero en este caso son tres, con 25 figuras. Todo este conjunto está protegido por un grandioso pórtico, única parte que se conserva de otra serie de arcos que rodeaba el templo a modo de claustro.
En su interior, destaca la altura de sus bóvedas y la luz que penetra por el rosetón, así como la riqueza de sus piezas escultóricas y pictóricas. En la capilla de Santiago se conserva una pequeña colección de imágenes góticas de la Virgen. Allí está la representación de la Virgen de Santa María de Villasirga o de Las Cantigas; la Virgen de las Estrellas, denominada así por el motivo que decora su vestido o la Virgen de la Cinta o de la O.
En este mismo espacio se hallan tres sepulcros. Dos de ellos sobresalen por la calidad y meticulosidad con el que el artista talló la piedra. Son el del Infante Don Felipe, hermano de Alfonso X El Sabio, y su segunda esposa, de la que no está clara su identidad, ya que se baraja que podría ser Leonor Ruiz de Castro o Inés Téllez Girón. En ambos casos, los sepulcros están decorados con los distintos momentos de los rituales funerarios de la época medieval, realizados con todo lujo de detalles. Están apoyados sobre leones y las figuras de los sedentes rematan el conjunto.
En esta capilla hay un tercer sepulcro, el de Juan Pérez, caballero de la Orden de Santiago, también elaborado con mucho detalle pero menos ornamentado.
En el centro de la iglesia, el Retablo Mayor preside el espacio. Se elaboró durante tres épocas distintas. Así, el Calvario que lo remata data del año 1300 y está considerado como El Calvario gótico más bello de la provincia por su calidad escultórica. Por debajo se pueden apreciar las pinturas del siglo XV de claro estilo hispano-flamenco, que muestran distintas escenas bíblicas vinculadas a la vida de Jesús y varias figuras de santos. Lo último en incorporarse a este retablo fue el banco escultórico que presenta los mismos motivos decorativos que las pinturas.
En el centro llama la atención la talla de la Virgen de Villasirga o Santa María La Blanca, imagen a la que Alfonso X el Sabio dedicó varias de sus cantigas. Es una talla de piedra de estilo gótico del siglo XIII, en la que la Virgen aparece sentada sobre dos cachorros de león y sostiene en sus brazos al Niño. Alrededor de su cabeza, junto a la corona, se ven los rostros de dos ángeles.
Además, son numerosos los retablos que completan la decoración de las naves de este templo. Así, hay uno dedicado a Santiago, cuya imagen central representa al apóstol peregrino en una obra de Juan de Balmaseda y otro en honor a Nuestra Señora del Rosario, ambos de estilo renacentista. También se puede contemplar el retablo del Santo Cristo de la Luz (siglo XIX), el de San Antonio y el de la Virgen de la Paz (los dos del siglo XVII).
Esta iglesia también esconde otros pequeños tesoros y curiosidades, como las reliquias de San Fructuoso, que se pueden ver junto a una pintura dedicada al mismo santo, al que hoy se sigue recordando con un Voto de Villa cada 28 de abril. También se puede ver; un púlpito de yesería del siglo XVI, un órgano de realejo o las tallas que decoran los pilares del crucero. Se puede contemplar una curiosa losa descubierta tras la restauración del Retablo Mayor en 1945 y que hoy está ubicada junto al acceso sur. Representa a un caballero montado en un corcel, con la lanza en el suelo, y frente a él, una dama. Aún hoy es todo un misterio saber qué o a quién representa y porqué se colocó en el interior de la iglesia.
Villalcázar tiene además otro templo, ubicado a un kilómetro y medio del casco urbano. Es la ermita de Nuestra Señora del Río, patrona de la villa, aunque el tamaño de la misma se corresponde más con el de una iglesia. De hecho, fue parroquia hasta el año 1560.
Dice la leyenda popular que la Virgen se salvó de forma milagrosa de una terrible riada provocada por el desbordamiento del río Ucieza el 15 de agosto del año 1101. El agua arrasó con todo y fueron los vecinos de Villasirga los que la rescataron de las aguas. Decidieron entonces edificar un templo en su honor, pero lo que construían de día se derrumbaba por la noche. Cuentan que fue la Virgen la que eligió donde construir el templo, puesto que se le apareció a un pastor para indicarle el punto exacto, precisamente, donde hoy se la puede visitar.
Esta ermita cobija la talla de la patrona representada de una forma singular y diferente. Se trata de una Virgen con largas trenzas rubias, que con el brazo derecho sujeta al Niño y con el otro le agarra un pie. Hasta ella acuden en procesión los vecinos cada lunes siguiente a Pentecostés, jornada en la que se celebra su festividad. Buena parte de los actos son organizados por la cofradía que lleva su nombre, creada en el año 1650 y que cuenta con un buen número de devotos.
La tercera iglesia de Villalcázar de Sirga es la de San Pedro, en el casco urbano. Perteneció al Monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes y en la actualidad está en manos privadas. Lo que hoy se puede ver data del siglo XVI y presenta un mal estado de conservación. Aún así, sobre la entrada se puede contemplar un escudo con las dos llaves que representan a San Pedro.
A medio camino entre el casco urbano y la ermita de Nuestra Señora del Río se encuentra el Humilladero del Santo Cristo de la Salud, del siglo XVI. Esta pequeña construcción alberga una talla gótica del titular, que viste una faldilla al estilo medieval.
Entre los edificios civiles que se pueden visitar en Villalcázar de Sirga se encuentra el Palacio de los Condes de Villasirga, ubicado frente a la iglesia de Santa María la Blanca. Se acabó de construir en el año 1713, y en él se aprecian elementos de épocas anteriores. En su fachada destaca un escudo con cuatro flores de lis enmarcando una oca que descansa sobre unas llaves. Su interior fue totalmente remodelado, ya que ahora acoge varios usos. Es la sede del Ayuntamiento, el centro médico, Casa del Peregrino, Oficina de Turismo y biblioteca.
La arquitectura popular también está presente en esta villa palentina con construcciones muy típicas de la comarca. Así, se conservan varios palomares en esta localidad, aunque casi todos están tras los muros de varias fincas particulares. Aún así, se puede observar uno completamente rehabilitado a las afueras del pueblo, en la salida que conduce hacia Villoldo. Es de tipo circular y durante un tiempo permaneció abierto al público para mostrar su interior, donde se instaló una pequeña exposición explicativa sobre su función y su importancia para la cría de pichones, actividad hoy prácticamente desaparecida.