GASTRONOMÍA
Excelencia basada en productos de primera calidad
Las actividades agrícola y ganadera son las principales culpables de la rica gastronomía palentina basada en productos de calidad. Excelentes materias primas con los que se elaboran platos típicos de la meseta castellana.
En las cartas de los restaurantes de la provincia no faltan los platos de cuchara. Hortalizas, legumbres y verduras se combinan para poner sobre la mesa platos como la menestra palentina o las patatas a la importancia. Las carnes son otra gran apuesta gastronómica, con el lechazo como gran protagonista y con recetas arraoigadas como la caldereta del pastor, mientras que costumbres como la matanza permiten que en las despensas de los palentinos no falten buenas viandas.
Los pescados llegan desde los puertos del norte y los productos de temporada, como las setas, los cangrejos y los caracoles están presentes en los menús cuando toca. Mención aparte merecen los quesos, con una producción artesanal, y los dulces, que llegan de la mano de artesanos reposteros que han heredado y conservado recetas centenarias.
Un buen ejemplo de toda esta variedad se puede encontrar en Villalcázar de Sirga, donde el trato y la gastronomía de calidad son seña de identidad de sus mesones.
Los peregrinos y turistas que visitan Villalcázar de Sirga encontrarán una excelente excusa para prolongar su estancia en esta localidad: su gastronomía. Después de andar varios kilómetros o de visitar el patrimonio de la villa nada mejor que sentarse a una buena mesa para disfrutar de los productos de la tierra.
La fama de sus mesones ha contribuido a hacer de este pueblo una parada obligada para todo aquel que esté en las cercanías. En la plaza Mayor, junto a la iglesia de Santa María la Blanca, en un antiguo pósito, se encuentra el Mesón de Villasirga, un establecimiento que abrió sus puertas en 1965. Nada más acercarse el visitante se percatará de que no se encuentra ante un mesón cualquiera.
Aledaña a la puerta se encuentra la estatua en honor al fundador de este mesón, Pablo Payo, Mesonero Mayor del Camino de Santiago, que vestido de peregrino, da la bienvenida a los visitantes. Al acceder al interior, el comensal tendrá la sensación de que ha viajado en el tiempo hasta la época medieval. La decoración está ambientada en el Camino de Santiago y la comida, casera y tradicional, es servida al modo de nuestros antepasados. Las cenas medievales que organiza han hecho que hasta Villasirga se hayan desplazados miles de comensales para disfrutar de la comida sin remilgos: usando las manos como cubiertos y con una hogaza de pan a modo de plato.
Pablo Payo se preocupó de mantener la esencia jacobea y de ofrecer a caminantes y visitantes un recuerdo inolvidable en forma de gastronomía. En su carta no faltan las humeantes sopas castellanas o albadas, la morcilla, el lomo, el queso de oveja o las chuletillas de cordero, pero su especialidad, y lo que tanta fama le ha dado al Mesón de Villasirga es el lechazo churro asado, sin olvidar la tarta de Santiago como postre.
Muy cerca de este lugar se encuentra otro mesón que podríamos describir como hermano del anterior: el de los Templarios. En un lateral de la plaza Mayor se encuentra este restaurante con el mismo tipo de cocina. En su menú no faltan los entremeses, el lomo de olla, la sopa castellana y, por supuesto, el lechazo asado.Todo ello regado con excelentes vinos y café de puchero como colofón.
Los más golosos tendrán que hacer otra parada más antes de abandonar Villálcazar, en la Confitería La Perla Alcazareña. Fundada en 1870 la cuarta generación de la familia está al frente de un negocio que se inició con el chocolate y que a lo largo de su trayectoria ha ido ampliando su oferta. En su mostrador se pueden encontrar productos típicos durante todo el año, como los amarguillos, las pastas, la tarta de bizcocho y los almendrados y en temporadas añaden otros como los buñuelos, las hojuelas, el roscón de reyes o las marzas.